En su primera elección (1985) era calificado como prometedor valor de la política
latinoamericana que sacaría al país del subdesarrollo y la pobreza.
Hoy, la mayoría de peruanos votó por García
no por convicción, sino como la única tabla de salvación para impedir el ascenso al poder de Ollanta Humala, un ex militar
de tendencia izquierdista, contrario al modelo de libre mercado y quien proponía cambios drásticos para lograr una transformación
social en el Perú.
García, de 57 años, cuyo primer gobierno
(1985-90) es considerado como el peor de la historia peruana por haber dejado al país hundido en la crisis económica y la
violencia guerrillera, era visto como el "mal menor" y la opción democrática frente a Humala, de quien se temía que pudiera
instaurar un gobierno dictatorial semejante al de su mentor ideológico, el presidente de Venezuela Hugo Chávez.
"Yo digo que hoy no es un día triste, pero tampoco de victoria y júbilo
fácil, sino de reflexión", dijo García, líder del Partido Aprista, ante unas 20.000 personas que se reunieron el domingo para
festejar su triunfo en la sede de su local partidario en el centro de Lima.
"Nadie puede llegar a la responsabilidad del poder si no acepta abriendo
su corazón ante Dios de qué errores es culpable y de qué defectos es posible", expresó en un emotivo discurso, quien es admirado
por su brillante oratoria.
En la primera vuelta el 9 de abril, García obtuvo 24,3 por ciento
de votos válidos y Humala 30,6 por ciento.
Se quiere reivindicar
El líder del Apra, de centro-izquierda, proclamaba durante su campaña
electoral que deseaba reivindicarse ante la historia y aseguraba a los peruanos que había aprendido de los errores cometidos,
los que atribuyó a un entusiasmo desmedido de juventud.
García estaba por cumplir 36 años de edad cuando fue elegido y se convirtió
en el presidente más joven de Latinoamérica. Había logrado llevar al Partido Aprista al poder luego que esa colectividad política
luchara más de medio siglo para lograrlo.
"Tener 35 y llevar al triunfo a un partido con 55 años sin gobernar es
como atravesar el Mar Rojo. Me sentí tocado por el destino", dijo recientemente García, quien entonces gozaba del 90 por ciento
de popularidad.
Su gestión económica terminó ahuyentando a los inversionistas foráneos
y convirtiendo a Perú en un paria internacional, cuando limitó los pagos de la deuda externa. Al término de su mandato la
inflación anual era de 3.000 por ciento, las reservas internacionales eran de -105 millones de dólares, y las remuneraciones
reales se desplomaron a menos de la mitad.
García proviene de una familia de clase media y está casado con la argentina
Pilar Nores, con quien tiene cuatro hijos. Además tiene una hija de un matrimonio anterior.
Fue perseguido por su sucesor Alberto Fujimori, luego que éste clausurara
el congreso en 1992, y salió del país en medio de acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos.
Los cargos de corrupción prescribieron durante su autoexilio de nueve
años en Colombia y Francia, mientras que los de derechos humanos fueron archivados por no encontrarse indicios de culpabilidad.
García retornó a Perú en el 2001 para participar en las elecciones presidenciales
de ese año y que perdió ante Alejandro Toledo